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Lula Da Silva: Sobre hombros de gigantes

Crisis política en Brasil: editorial por Nazareno Roviello.

Desde hace dos años Brasil ha cambiado. Un sinfín de hechos recorren el país de punta a punta. Dilma fue desplazada por el Congreso de su cargo presidencial, para el que había sido electa democráticamente por el pueblo y eso dio lugar a que una vez más la ultraderecha asuma al poder.
Agazapados, muchos corporativos, políticos, empresarios, jueces y dueños de cadenas de medios, luchan por un cambio de dirección política y económica. Temer decretó la intervención militar de Río de Janeiro y, más allá del agravio y la derrota que esto representa para muchos, todo tiene un porqué.
Es importante decir que acá no hay inocentes, aquí hay grados de crímenes y culpabilidades. Los militares intervinieron doce veces en los últimos nueve años y medio, y no es que los anteriores eran los buenos. El propio Lula creó una nueva fuerza armada por decreto presidencial en el 2004 y fue uno más en la lista presidencial de quienes ordenaron limpiar las favelas para ir preparando la tranquilidad del mundial. Con todo eso, finalmente logró que Dilma fuera su sucesora. Pero esta intervención ordenada por Temer no es una más. Tiene de especial que el decreto otorga a el general Walter Braga Netto libertades absolutas. Podrá nombrar cargos, despedir gente y alterar lo que quiera en toda la estructura de personal de seguridad pública y responde directamente al Ministro de Defensa, Raul Jungmann, y al general-jefe de seguridad nacional, Sergio Etchegoyen. Tiene poder de decidir qué y cuándo hacer algo. Esta es una medida inédita y de especial gravedad y, como la historia lo indica, no tendrá éxito en su objetivo propuesto.
Además Temer con esto consigue levantar su pésima imagen y ganar puntos frente a la población de clase media y alta de brasil.
Pero el punto más importante de todos para el Macri versión mejorada es que, según la ley, en Brasil, mientras haya un lugar intervenido por los militares, es imposible que el Congreso pueda aprobar leyes; de esta manera Temer y sus aliados se aseguran meter por decreto la tan debatida ley de jubilaciones y pensiones y evitar debates y manifestaciones como las que sucedieron aquí en diciembre pasado, mientras nuestro Congreso intentaba aprobar una ley muy parecida.
Con la mirada en un contexto mayor, y sin ser seguidores de Lula, salta a la vista que quienes juzgan por corrupción al imputado, podrían tener más causas que él.
Por otro lado la causa por la que Lula está respondiendo ante la justicia es la más floja de papeles de las cinco en las que se encuentra imputado.
Lula recibió una condena a 9 años de cárcel por la supuesta aceptación de un apartamento por parte de Oas Emprendimientos. La única prueba que parece ser relevante para el Estado es la incriminación del dueño de esta empresa, pero sin embargo no se han presentado otras pruebas sobre que Lula fuese dueño de este inmueble. Luego, en segunda instancia, ratificaron y extendieron la sentencia a 12 años por corrupción pasiva y lavado de dinero. Es difícil, a veces, entender los problemas de nuestro propio país; pero, a veces, cuando se trata de observar a la distancia, si los datos que se ofrecen son concretos, puede ser más fácil.
Lula Ignacio Da Silva, es la única persona que se interpone entre la derecha y su toma final del poder. Definitivamente Lula no es la persona más limpia del mundo, pero quienes lo enjuician y hablan mal de él, dan más miedo. Lula esperaba un fallo del Tribunal Supremo Federal en la madrugada del miércoles, tras la presentación de un habeas corpus para esperar los resultados del juicio en libertad.
Lula que empezó perdiendo 5 a 1 y terminó perdiendo 6 a 5. Si, termino perdiendo, porque aunque sea una persona con poder, quienes los juzgan tienen aún más poder que él.
Y aunque se dijo que bajo la constitución hay que respetar la presunción de inocencia, algunos jueces entendieron que estar en la cárcel no alteraba esa presunción, y así el juez Moro rompió el record y le dio a Lula, el fundador del Partido de los Trabajadores de Brasil, 24 hs. para que se presentara él mismo y por sus medios en una comisaría, sin sufrir la vergüenza de ser arrastrado y esposado por las fuerzas de inseguridad, esa tan preciada imagen que estaba esperando el multimedio O'Globo.
Lula, que ya tiene 72 años y toda una vida de lucha que no podemos negar, pasó unos días en su casa, el sindicato metalúrgico de San Bernado de Campo, donde una vez, hace más de 40 años, consiguió su primer trabajo en la industria, en una fábrica de tornillos. El sábado al mediodía dio un discurso con toda su impronta y capacidad de liderazgo. No es el mejor de nosotros, pero como clama el pueblo brasileño, Lula vale a luta. 

Por Nazareno Roviello

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