Alta Magia
- Escrito por Daniel Modai
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River ganó la primera final del semestre. De visitante y después de varios partidos, el equipo de Gallardo sacó pecho y se llevó media clasificación a cuartos para Núñez. Un partido duro, trabado y por momentos desprolijo, típico de copa. Cuando todo parecía irse en cero de cara a la revancha, aparecio un hombrazo de Paulo Diaz para que River vuelva a festejar. Por el triunfo y por qué volvió él, nuestro mago.
El "Muñeco" puso en marcha el proceso de reorganización tratando de hacer las cosas lo más simple posible pero imponiéndose. Primero exigió refuerzos en defensa, jugadores que lleguen y jueguen, que estén en actividad y sobre todo que sean de su conocimiento. Pezzela fue clave en el primer equipo de Marcelo, pero prontamente se marchó. Fue clave el contacto directo para volver. Bustos siempre fue del agrado del técnico, en varios mercados River lo quiso traer, pero sin suerte. Esta vez los dirigentes abrieron la billetera y lo fueron a buscar con decisión. Dentro del caos heredado, Gallardo fue inflexible, más allá de la abundancia de defensores que habitan el plantel, en reforzar con esos nombres la defensa. Acierto total.
Siguiendo con la reconstrucción, teníamos todo lo que necesitábamos dentro del plantel. El tema era dividir funciones y liberar a los jugadores de sus parcelas, dejarlos buscar espacios según la jugada. Apelar a la dinámica para sorprender y no esperar el error rival. Por otro lado, esto marca la ineficiencia de los dirigentes y el cuerpo técnico anterior. Tuvieron tres meses para planear este partido y nada de lo que se hizo sirvió para algo. Al final era cuestión de orden y progreso. Tuvieron que cambiar de técnico por qué si no corríamos serios riesgos de quedar afuera contra un flojito rival. Y ellos mismos ponían en juego sus cargos. Se dieron cuenta y fueron a buscar al paragua más grande que podían traer.
La clave fue el medio campo, antes era tomado como de transición pero ahora cumple la función de aduana, la pelota si o si pasa por la zona central. Jugaron Kranevitter que de a poco va levantando el nivel, junto con Aliendro, ellos son jugadores del técnico, hace rato que estan y los conoce bien. Simon es de la casa y debutó con Gallardo. Y después jugaron los pibes, los desfachatados del equipo, los únicos que te pueden dar algo de fantasía. Así arrancó el equipo hasta que Marcelo identifico que no era el partido para Etcheverri y Mastantuono. Mucho roce, fricción y pocos espacios. Nacho y Lanzini estuvieron más acorde al ritmo del partido. Igualmente seguimos con la falta de gol por parte de los volantes. Mediocampistas que pisen el área y rematen de media distancia, eso necesitamos. Bareiro recién llega hay que darle tiempo para no ser tan Borja dependiente.
River fue muy flojo como equipo asociado. El partido fue aburrido, malo. Pero tenemos la carta de confianza para salir bien parados de este tipo de batallas. Cuando no se puede jugar bien hay que embarrarse. Sin dejar de nunca ir a buscar el arco rival y más aún en ventaja numérica. Pero siendo pillo, sin regalarse. Se nota menos pasividad cuando River no tiene la pelota trata de conseguirla ni bien la pierde. Ahora el tema a solucionar es el de Don Paulo y la zona. Muchos errores no forzados por parte del chileno que deberá corregir. Lo de Enzo Diaz es preocupante, cada vez juega peor.
Arrancamos otro proceso de guardia alta, esto significa estar en todos los detalles porque son los que te marcan. El contagio esperado poco a poco va penetrando la cabeza de los jugadores como una aguja hipodermica, hasta llegar al punto de que sin darse cuenta sean otros. Y aunque el "Muñeco" no lo quiera reconocer, si que es un mago. Por qué sin su presencia el cambio de energía nunca hubiese llegado.
DANIEL MODAI
Imagen: Fer Arenas